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Cuando elegimos un edificio para vivir tiene que cumplir una serie de requisitos: contar con una buena ubicación, tener un número de dormitorios determinado, que se ajuste a nuestro presupuesto… Pero cada vez tenemos más en cuenta que sea energéticamente eficiente, beneficioso para la salud de sus ocupantes y respetuoso con el medioambiente. Por eso, el sector de la construcción se ve obligado a caminar hacia la construcción de edificios cada vez más sostenibles.

Un método transparente, fácilmente comprensible y eficaz para evaluar el impacto medioambiental de un edificio es el Análisis del Ciclo de Vida. Consiste en prestar atención al edificio desde la extracción de materias primas, la fabricación de los materiales y el transporte de los mismo, la construcción del edificio, el uso del inmueble y por último, la demolición y gestión de los residuos.  El objetivo a largo plazo de este análisis es ser capaces de calcular la huella medioambiental de un edificio a parir del análisis del ciclo de vida de cada producto.

En este sentido, las certificaciones energéticas son análisis voluntarios de los edificios que miden el rendimiento medioambiental del mismo. Las empresas pueden adherirse voluntariamente y, en caso de cumplir unos determinados requisitos, les da derecho a obtener una certificación que avala su comportamiento ecológico.

Los edificios con certificaciones energética tienen beneficios para:

  • Los ocupantes, que ven aumentado su confort y reducidos los costes de uso. En el caso de edificios de oficinas, por ejemplo, también aumenta la productividad de las personas que lo usan.
  • Los constructores pueden vender el edificio a un precio más alto y de manera más fácil, ya que estas etiquetas incrementan su valor de mercado.
  • Los propietarios ganan imagen de marca al mismo tiempo que reducen los costes operacionales. Además, aumentan los ratios de ocupación y disminuye la depreciación.

Existen muchos tipos de certificaciones, pero algunos de los más comunes en nuestro país son:

  • LEED: nació a finales de los 90 en EE.UU. y fue creado por el U.S. Green Building Council. Se caracteriza por proporcionar una evaluación de la sostenibilidad de la edificación valorando su impacto en 5 áreas principales: emplazamiento sostenible, protección y eficiencia del agua, eficiencia energética y energías renovables, conservación de materiales y recursos naturales y calidad del ambiente interior.
  • BREEAM: desarrollado por la BRE (Building Research Establishment) a principios de los 90 en el Reino Unido y basa su análisis en 9 categorías: gestión, salud y bienestar, energía, transporte, materiales, residuos, agua, uso del suelo y ecología, y contaminación.
  • VERDE: el GBC en España creo esta certificación para cuyo sistema de evaluación se basa en un método prestacional de acuerdo con la filosofía del Código Técnico de la Edificación y las Directivas Europeas sin olvidar otros principios de base como la bio-arquitectura y o la construcción del edificio respetando el medio ambiente, compatible con el entorno y con altos niveles de confort y de calidad de vida para los usuarios.
  • WELL: considerada la primera certificación del mundo centrada exclusivamente en la salud y el bienestar de los humanos. aborda siete conceptos relacionados con la salud humana en el entorno construido: aire, agua, alimento, luz, fitness, comodidad y mente. Por lo tanto, un espacio bien certificado, es uno que se considera para mejorar la nutrición, la aptitud, el estado de ánimo, los patrones de sueño y el rendimiento de sus ocupantes.

Hablamos de evaluar los materiales y los edificios para evaluar su relación con el medioambiente. El futuro es hablar de certificaciones que evalúen el comportamiento medioambiental y la sostenibilidad de las ciudades.

¿Es sostenible tu ciudad? ¿Qué criterios debe tener una ciudad para ser sostenible?

 

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